jueves, 28 de noviembre de 2013

Responsabilidad, respeto y ciudadanía

Podríamos decir que una persona responsable es aquella
Esperando su turno para cruzar
que asume las consecuencias de sus actos. Por lo general, para aceptar esos actos ya previó y aceptó las consecuencias, eso le permite comprometerse consigo mismo y con los demás con certeza y seguridad.
Nótese que me refiero a dos niveles claros de responsabilidad, la dirigida a sí mismo y la dirigida a los demás. Hago la referencia porque la responsabilidad, como todos los demás valores, son aprendizajes adquiridos en nuestra infancia, producto de nuestra experiencia con las personas que hacen el papel de referentes, que suelen ser nuestros padres, familia y personas trascenden-tes cercanas. 
Lo sano de formar a una persona como responsable, es que ésta aprende a diferenciar entre el YO y el OTRO, aprende cómo su conducta lo influye directamente y cómo afecta a los demás, aprende también sobre el respeto y la valía que tienen las personas, su vida, su tiempo, su espacio, sus relaciones, su historia...
Las personas responsables saben de respeto porque conocen los límites de sus actos y sólo así pueden comprender, cumplir y respetar las normas establecidas para vivir en armonía consigo mismo y con su comunidad, con su ciudad. Ese respeto se traduce en seguridad, porque al estar claras las reglas del juego las personas pueden vivir sin el estrés característico de ciudades más caóticas e inseguras y dedicar su energía al desarrollo, a la creatividad y al crecimiento.
Un ejemplo de una comunidad organizada y segura es Copenhagen, una de las ciudades con el índice de criminalidad más bajo del mundo y a su vez, con uno de los mayores índice de mejor calidad de vida. Algunas de estas fotos demuestran a sus ciudadanos (ciclistas, peatones y conductores) trasladándose ordenadamente por el sector que les corresponde. Pero también podemos observar las bicicletas estacionadas con un mínimo de seguridad, la verdad sólo tienen trancada la rueda trasera, pero la puedes cargar y llevártela...
Ese es un buen ejemplo de responsabilidad, de responsabilidad consigo mismo (la básica) y de responsabilidad ciudadana (la que extendemos hacia los otros).
¿Y tú? ¿Cuán responsable eres? ¿En qué nivel te encuentras en ambos niveles?
Copenhagen (2013)



lunes, 18 de noviembre de 2013

La honestidad y otros valores

La honestidad... para mí uno de los valores fundamentales en el desarrollo de cualquier ser humano. Como principio, si eres una persona honesta, no tendrías problemas para profundizar en tu crecimiento personal, para llevar un registro o diario y mucho menos para darte cuenta de los aspectos positivos y negativos de tu proceso.
La mayoría de las personas que conozco y que les interesa llevar registros quieren mejorar algo en sí mismos, es decir, quieren cambiar, aspecto que sólo alcanzan con trabajo honesto. ¿Qué quiero decir con ésto? Que si eres honesto con tus pensamientos, creencias y sentimientos, podrás visualizar la meta, y por lo tanto podrás planificar y ejecutar acciones progresivas para alcanzarla.
Si tomas como principio fundamental la honestidad, también lo serás con los demás y tendrás la necesidad de ser congruente, otro valor que se manifiesta en el hacer lo que profesas. Pero eso sí, no confundas la honestidad con la agresividad o la falta de asertividad (de tacto), ya que se puede ser honesto sin necesidad de herir a otros.
La honestidad también te puede permitir alcanzar otros valores como la responsabilidad, y lo que yo llamo la consciencia del otro, que no es otra cosa que darse cuenta de las acciones, pensamientos y creencias de otra persona, esa capacidad que permite establecer las diferencias y semejanzas que permiten reconocerse en el otro humano.
La honestidad de tu ser facilita tu evolución y el registro de los aspectos relevantes de tu vida facilita la reflexión de tu proceso.