Recientemente tuve la oportunidad de visitar el Rijksmuseum en Amsterdam, y como deben imaginarse, no existe diario, cuaderno o libreta de anotaciones expuesta que pase desapercibido a mi vista. En esta ocasión, me encontré con un libro utilizado para registrar la ascendencia del linaje real. Sí, un libro que describía minuciosamente la genealogía de los mismos. En cada página se reportó la información de la persona, el año de nacimiento y deceso, el parentesco y el título nobiliario correspondiente y a falta de fotos, hicieron dibujos de cada personaje.
Pensé que hacer un árbol genealógico era una buena idea para conocer de dónde venimos, pero inmediatamente pensé en las personas que no tienen la oportunidad de hacerlo (porque desconocen quienes fueron sus padres o porque tienen muy poca información disponible) también pensé en las personas que se pueden sentir afectadas (bien o mal) al descubrir una ascendencia significativa (Ej: un personaje histórico reasaltante / un asesino).
Esto hizo que me cuestionara la relevancia de la historia familiar antecedente a la personal, y su influencia en la formación de una persona, y llegué a la conclusión de que aunque es importante conocer quienes fueron nuestros ancestros, no nos hace menos humano el que lo desconozcamos, que a la larga, las personas cercanas a ti son realmente tu familia, tengan o no lazos consanguíneos.
En esos momentos de reflexión del tema, me llegó este pequeño documento que recoge los sentimientos de una amiga que vivió un tiempo en el extranjero y que pudo graficar claramente estas reflexiones, colocando los nombres de las personas que actuaron y se sintieron como su familia en su estadía en Irlanda.
Gracias Yune!