Es impresionante observar la resistencia que suelen presentar mis estudiantes de debatir, reflexionar y hacer consciente qué nivel de orden (o desorden) llevan en algunos (o muchos) aspectos de su vida.
Como debatir sobre el tema de uso y abuso de drogas, éste sobre el (des)orden suele ser tomado como un tema de corte "moral", claro, nuestras madres históricamente se encargaron de ello.
Muchas personas se escudan en la famosa frase "Hay un orden dentro de mi desorden", que les sirve para aparentar que tienen todo bajo control, y entran en schock cuando les refuto que eso no es tan cierto. El problema de la falta de orden en un espacio, tiene mucho que ver con lo que pasa en nuestro cerebro, que registra esta cantidad de estímulos y entra en conflicto constantemente al tratar de decidir y emitir juicios o criterios de clasificación de lo que está percibiendo (discriminación), al no lograrlo efectivamente, influye emocionalmente en nuestra persona y comienza el desespero por encontrar algo "que sé está en la pila de la esquina", pero que no encuentro de inmediato y continúo desordenando en mi desespero por demostrarme que tengo el control del espacio.
Lo que demuestra el desorden de los espacios cotidianos donde habitamos, me gusta llamarlo espacio vital para indicar la relación entre los habitantes y el espacio geográfico y psicológico, es el reflejo del cómo estamos por dentro, por ello es tan común el desorden exagerado en niños (están aprendiendo a interactuar con el medio), adolescentes (típico estado de confusión biológico, psicológico, social, etc.) y jóvenes adultos (siguen en su proceso de la adolescencia), quienes aún no han encontrado los primeros vestigios de quiénes son como personas y qué metas quieren lograr a mediano y largo plazo.
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El orden en el espacio vital permite
mejor interrelación con el entorno.
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Claro, algunos de ustedes se preguntarán ¿y los obsesivos con el orden y la limpieza, ejemplo Melvin Udall (personaje que reprentó Jack Nicholson en la película Mejor... imposible)? Él y las personas como él tienen un desorden de comportamiento centrado en rituales y orden estricto y exagerado, pero es la misma enfermedad que presentan los personajes de esos famosos programas de la tv que presentan a los acumuladores, con la diferencia de que éstos últimos se centran en "guardar y tener cosas", pero igual de exagerada. Ninguno de ellos es mejor persona que el otro, lo ideal es llevar una vida equilibrada, llena de amor propio y consciente de los aspectos que son mi responsabilidad y los que escapan de ella.
El problema de mantener el orden no es moral, es de consciencia, de practicidad (ganas tiempo y espacio), de tener mayor conocimiento sobre ti.